lunes, 28 de enero de 2008

Planes

Como vieron en uno de los últimos post, tenía todo planificado para mis fiestas, que iban a ser más discretas e íntimas que ninguna otra.
Pero los planes, planes son y ahí se quedan. Apareció una familiar con sus cinco hijos –sí, cinco- su esposo y su empleada. De sopetón, mi casa se vio llena de niños llorando porque reclamaban la atención de sus padres. Y de otros niños, un poco más grandecitos, jugando chochos con los míos.
Lo malo era que yo no estaba de humor. Yo quería pantuflas y pijamas. Quería películas y cama. Quería almuerzos en paz. Parques en la tarde, en la que sólo tenga que atender a dos y no a un ejército.
Y también quería un Año Nuevo diferente. O una gran fiestota o un Año Nuevo tranquilo, cualquiera, pero en armonía. Pues eso tampoco se dio.
Pasé Navidad gruñendo a todo el que me llamaba, extraña en mi propia casa. Y año Nuevo sentada, frente a mi equipo de música, con mi único compañero fiel: el vino. Nada de fiestas ni de baile. Nada de armonía. Nada de espíritu, pues.
Que quede como experiencia. Este año, desde noviembre, me encargaré de que mis planes sean acatados, al pie de la letra.

De vuelta

No me fui. No abandoné el blog. No me pasó nada. Estoy bien. Gracias por preocuparse. Ya volví. Sólo necesitaba unas prolongadas vacaciones.