viernes, 28 de marzo de 2008

Otra de Chalo

Los días de Semana Santa, el Escudero insistió en que vayamos a las iglesias, porque seguramente les pedirían algo de eso en el colegio católico - apostólico - romano al que asisten los dos enanos. Como el argumento era más o menos sólido -nunca hay nada sólido para mí en lo que se refiere a religión- fuimos a la Iglesia de San Francisco.
Una vez allí, comenzamos a rememorar lo que se recordaba y cuando nos dimos cuenta, en realidad no había tres días entre la muerte de Jesús y su resurrección. Si murió el viernes, ¿cómo es que se dice que Jesús resucitó en domingo ? Debatimos el acertijo mientras comimos anticucho y les compramos cuatro huevos de Pascua.
Al llegar a la casa, escuchamos esta conversación:
Chalo: Abril, ya vamos a la Iglesia
Abril: Síííííí
Chalo: Y no hemos comido carne en estos días
Abril: Síííííí
Chalo: Eso quiere decir que ya somos cristianos, yupiiiiiii

Mis hijos le deben su cristianismo a la señora que nos pensiona y que, evidentemente, resultó ser muy católica.
www.artehistoria.jcyl.es

De vuelta


Después de una semana sin postear, hoy lo hago aprovechando que es viernes y después de una agitada semana, se me dio por tomármelo menos a pecho.
El domingo me encontrarán en todos los periódicos, no les digo más, y a eso le debo una noche sin dormir, nada, pero nada, y mucha tensión por ser el primer producto real.
Bueno, todo está ya encaminado y ahora comenzamos en serio.
Mis pobres mitades están medio abandonad@s. Ayer trajeron agenda los dos porque no hicieron su tarea. Claro, bastó que su mamá no estuviera para que ellos se dieran a la garufa, aunque, en rigor de verdad, el miércoles vinieron a la oficina a acompañarme hasta la una de la mañana. Después seguí sola, hasta las seis.
Ayer estaba como chofer de flota El Dorado, después de un turno de más de 24 horas.
Intenté descansar toda la tarde, hoy cargué de nuevo las baterías y estoy dispuesta a enfrentar el fin de semana, dentro de casa, sin problemas y descansando a full.
El nuevo trabajo me encanta y aunque es más exigente que el anterior, hace vibrar mi faceta apasionada, mi faceta de entrega total, que tanto me gusta disfrutar.
Como leí alguna vez: Si no aprendes en tu trabajo, te estás perdiendo lo mejor de la remuneración.
Imagen de www.bligoo.com

martes, 18 de marzo de 2008

Hasta pronto


- A CEJIS le agradezco el haberme hecho sentir que lo que hacía no era en vano, que mi trabajo servía realmente para algo.
- A CEJIS le agradezco la mística y el compromiso de una institución que supo ganarse la confianza y el cariño de la gente para quien trabaja.
- A CEJIS le agradezco la integridad de todos mis compañeros, el no rendirse ni claudicar, a pesar de las amenazas y de las calumnias.
- A CEJIS le agradezco los esfuerzos cotidianos, por dar siempre lo mejor de sí y asegurarse de no equivocar el rumbo.
- A CEJIS le agradezco la confianza y el cariño de un grupo humano con el que comparto mis utopías y sueños.
- A CEJIS le agradezco haber conocido a gente buena y honesta que me hizo sentir en mi casa.
- A CEJIS le agradezco el volver a creer en los demás, en que la solidaridad existe y es una práctica diaria en la vida.

Por todas estas razones, en mi despedida, quiero asegurarles que dentro de poco, el camino volverá a juntarnos en las trincheras en las que peleamos.
Es sólo una pausa en este caminar juntos que compartimos durante un año y medio.
Un abrazo para todos.

Daniela.
Imagen de www.viveropasohondo.cl

Antes de morir me gustaría...

1. Ver a mis hijos convertidos en un hombre y una mujer de bien.
2. Tener mi casa propia
3. Completar mi colección de los cien mejores de la literatura universal, de la literatura latinoamericana, de la literatura boliviana y de las mejores películas.
4. Estudiar historia
5. Aprender fotografía
6. Tomar cursos de Edición Digital de audio y video
7. Pasar mis últimos días haciendo periodismo
8. Tener la conciencia tranquila y sentir que durante mi vida contribuí a que en Bolivia se superen las desigualdades.

Las ocho cosas que me gustaría hacer antes de morir son un meme que está circulando en la red. Parece que estoy no más bien encaminada ¿no?

Sólo el tiempo dirá

En octubre de 2003 mis hijos me habían contagiado varicela. Sí, después de los 30, esta señora estaba toda pintada de morado, por la tintura de valeriana que le pusieron para evitar el escozor de las ampollas. Y así vi pasar la insurrección nacional. Cubierta con un pasamontañas, con las ojeras pintadas de negro para filtrar la luz, adolorida y con heridas hasta en la planta de los pies, me encontré de pronto marchando despacito de piquete en piquete para dar fuerza a los huelguistas.
Me vi en la esquina Ecuador y Rosendo Gutiérrez, llorando como una niña al ver las columnas de juntas vecinales bajando por todas las calles desde El Alto exigiendo a Goni que se fuera y me encontré en la Plaza San Francisco, festejando la renuncia del peor presidente de Bolivia.
No pude, sin embargo, compartir la lucha de mi pueblo. Mis hijos y yo teníamos una precaria batalla familiar contra el infame virus. Políticamente, dudaba de la fortaleza de las organizaciones sociales y me preguntaba si no íbamos a terminar rifando todo como siempre.
Trabajaba entonces en un lugar que no estaba de acuerdo con nada. En una institución en la que se creía que los indígenas no tenían por qué intentar decidir sobre los destinos de este país. En una organización, en fin, que se había convertido en algo totalmente extraño a mi y a mis intereses.
Antes de dar el salto, sufrí mucho, durante varias semanas. Me cuestionaba personalmente. Utilizando la metáfora de un amigo, sentía que el micro estaba llegando a una parada crucial y yo estaba abajo, no era parte de los pasajeros. Estaba aislada de mis principios y de mis convicciones y me preguntaba en qué momento había bajado la guardia de tal modo que me había convertido en una extraña en el espejo. Cuándo había dejado que la rutina me ganara la batalla, cuando había permitido que la comodidad me convirtiera en otra persona.
Entonces me juré que nunca más dejaría que me pasara esto de nuevo. Que nunca más me expondría a esa sensación de mirar la historia desde la ventana.
Ignorando en lo posible el dolor de las ampollas en medio de mis dedos, intenté escribir algo y mandarlo a los medios. Llamé a varias radios internacionales para informar sobre lo que sucedía en Bolivia. Hablaba con mis colegas, dándoles mi aliento. Obligaba al Escudero a llegar un poco más temprano para poder ir a las marchas nocturnas, turnándonos con él día por medio. Llorábamos los dos, con la impotencia.
Hoy, casi cinco años después de este episodio, la historia volvió a tocar las puertas de mi vida y me exigió enrolarme, con urgencia. Me conminó a recordar mis propias promesas y aunque desde donde estaba también contribuía, me mostró que en otros lugares era más necesaria.
Y cuando mi conciencia se pone beligerante, creánme, no hay quien la aguante. En estas sus cruzadas hace tiempo he perdido y no me queda más que agarrar la espada y salir al frente.
Eso es exactamente lo que hice y no me arrepiento. Cuesta volver a empezar y acostumbrarse, pero también es lindo el desafío. Hoy estoy donde me convocaron. Volví a saltar, sin mirar abajo. Y lo hice con toda mi familia.
Si me va bien o mal, sólo el tiempo lo dirá. Sólo resta confiar.

Dibujito de patalata.net/ficheros/captura.png

Justo


- Justo cuando había pintado mi oficina de un hermoso color verde, enmarcado mis afiches y plantado dos plantitas para exhibir en mi escritorio.
- Justo cuando había decidido que no me movería, que me sentía muy a gusto, que estaba todo bien y que podía planificar mi vida y mis rutinas en función a mi trabajo.
- Justo cuando me disponía a alejarme del mundo y sus alrededores para perderme en las profundidades de Charagua.
- Justo cuando me aprestaba a superar todos mis temores y lanzarme a la arena con un nuevo semanario.
- Justo cuando me decían que tenía mucha suerte al trabajar en un lugar en el que se me valoraba y se me quería.
- Justo cuando hasta lo malo, los constantes viajes y ajetreos, habían empezado a gustarme a fuerza de costumbre.
- En fin, justo cuando todo parecía encaminado, decidí escuchar a mi corazón y cambiar de trabajo.
Imagen de noti.psicos.com.ar

miércoles, 5 de marzo de 2008

Mirándome por dentro

"(...) Fermina Daza dejó de fumar por no soltar la mano que él mantenía en la suya.
Estaba perdida en la ansiedad de entender. No podía concebir un marido mejor que el
que había sido suyo, y sin embargo encontraba más tropiezos que complacencias en la
evocación de su vida, demasiadas incomprensiones recíprocas, pleitos inútiles, rencores
mal resueltos. Suspiró de pronto: "Es increíble cómo se puede ser tan feliz durante
tantos años, en medio de tantas peloteras, de tantas vainas, carajo, sin saber en realidad si eso es amor o no". Cuando terminó de desahogarse, alguien había apagado la luna. Fermina Daza había regresado de la ansiedad (...)".

Este párrafo, adaptado al lenguaje cinematográfico, fue el que más me hizo llorar en la película El amor en los tiempos del cólera, que está exhibiendo la Cinemateca.
Nada mejor que un viernes en la noche, una buena compañía, una sala de cine de lujo –de la que todos los paceños deberíamos sentirnos orgullosos-; una buena película y un excelente café irlandés, para terminar de absorber los sentimientos desbocados que la poesía libera de nuestro cuerpo en contadas ocasiones.
No soy, ni pretendo ser, una crítica de cine. Podrán decir que el libro era mejor, o que el director respeta demasiado a García Márquez, que es una de las críticas más sólidas que leí.
Lo que sí sé, es que El amor en los tiempos del cólera me conmovió desde el principio y que esas conmociones terminan cobrándome un alto precio al pasar de los días.
Cuando me sucede, empiezo a pensar en mí, en mi vida y en lo que me falta para acabar mi tarea. Y el proceso, casi siempre, termina adoptando decisiones, especialmente, cuando los días vienen acompañados de tardes lluviosas como éstas últimas.
La lluvia y esas películas ganan la batalla. Me purifican, me hacen transparente, despiertan a todos mis demonios y, al final, doy el giro al timón.
Lo dicho: nada mejor que una película conmovedora para mirarse por dentro.

El post que no subí hace dos días

08:15
Despierto y miro al Escudero irse para el trabajo. Vuelvo a dormir.
08:30
Despierto otra vez y preparo el desayuno. Llamo a los chicos para empezar el día. Todos estamos mal, un resfrío inmisericorde nos dejó a todos atontados.
09:00
Llega Bertha, con la nariz roja. El resfrío también la atacó. Entro a la ducha y dudo como quince minutos sobre si me baño o no. Repaso lo que tengo que hacer. Decido no cocinar, no me da el tiempo.
09:15
Me visto. Abril me informa, como siempre a última hora, que debe hacer una tarea.
No sé qué ponerme. Decido por el aburrido traje café, con la chompa beige y la chalina. Presiento que me hará frío. Salgo, siento este viento helado, pienso que me voy a congelar.
09:30
Pongo el primer pie en el escalón del edificio en el que está mi oficina. "Sólo faltan cinco días para volver a descansar", pienso.
09:35
Me reprocho a mí misma. "No es posible empezar así una nueva semana", me digo, pero me ratifico: "Ánimo, sólo faltan cinco días para volver a descansar".
Ilustración: www.sinmiedo.es

martes, 4 de marzo de 2008

A mi sombra II


AGÁRRATE SOMBRA, QUE TE PESCAMOS EN CURVA!!!!!!

(Los que leyeron el post del 24 de octubre sabrán a qué me refiero)
Estamos de parabienes.