miércoles, 31 de octubre de 2012

Tradiciones


¿Qué vamos a hacer mañana?, me pregunta Chalinet apenas cruzo la puerta de mi casa, después de una jornada agotadora que incluyó taller de capacitación en Cochabamba y viaje de retorno hacia La Paz. En realidad él ya había decicido qué hacer, sólo estaba validando su información, al igual que Abril. Ambos hicieron planes, al margen de esta servidora. La mamá de una amiga de Abril me llamó hoy para decirme que iba a llevar a las dos adolescentes a una casa del terror. Eso estaba dentro de la regla para salidas sin papá/mamá: cualquier cosa con un adulto a cargo. Pero Chalinet superó todos los límites de mi imaginación. "Después del colegio, vamos a ir en góndola hasta la casa de Harold -a esta altura ya mi ceño se había deformado entre la sorpresa y el enojo, porque Harold vive más o menos del barranco al frente-, luego vamos a alistarnos y de ahí iremos a San Miguel y terminaremos en el Cine Center...". ¿Ah sí? ¿y con quién?... "Esteeee, no sé, creo que con su mamá"...Los enanos llegan a tal extremo que el susodicho Harold me da el teléfono de su mamá para confirmar la versión y cuando llamo a la señora, ella me dice que en realidad su hijo le dijo que los iba a llevar el papá de un amigo.
En resumen, Chalinet se quedó sin Halloween y mañana, los dos, están conminados a armar la mesa de los difuntos conmigo. No puedo obligarlos a no hacer lo que hace el resto de sus amigos, pero sí puedo obligarlos a respetar nuestras tradiciones. Para eso soy su mamá. He dicho.(La foto es de El Diario.Net)

lunes, 8 de octubre de 2012

Penita


Murió el fin de semana, de peritonitis. Todavía no entiendo cómo, a esta altura de la vida, alguien puede morir de peritonitis, pero así fue. La fatalidad se disfrazó en una receta médica de tres inyectables contra el dolor de estómago. El domingo, en su entierro, un perro lloró amargamente. Sólo entonces recordé que diariamente, Magda recogía algunas sobras de alimentos para dárselas a los canes callejeros que esperaban puntuales en su puerta. Ellos mandaron a un representante al Cementerio General para darle su último adiós y agradecimiento. "¡Ay! qué penita", me dijo Abril cuando le conté esta historia. ¡Ay! qué penita, repitió mi corazón adolorido. Paz, querida amiga.