miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un ratito basta



Siempre dije que la felicidad debe ser algo así como ir a toda velocidad por esta carretera, escuchando a Silvio Rodríguez, en su Pequeña serenata diurna. Por eso, cada vez que se me presenta la oportunidad, no lo dudo y me embarco.
Lo hice el pasado 10 de octubre, a pesar de estar diez veces más resfriada que de cotumbre.



En un avión Hércules, de esos que uno cree que ya son reliquias de guerra, pero que sorprendentemente funcionan.
Participé de un acto, en el que encontré esto:



Visité el mercado de la coca de Shinaota:



Y volví a La Paz ese mismo día, para disculparme con mi cuerpo por el abuso cometido y no levantarme de la cama el domingo más que para una reunión a las seis de la tarde a la que acudí totalmente afónica y en pijamas.
¿Valió la pena?
Mi Chiapas es...mi Chiapas. Basta mirarlo un ratito, no más: