lunes, 12 de abril de 2010

Lucha regional contra el narcotráfico

Hace apenas algunas horas que vio la luz el Consejo Sudamericano de Lucha Contra el Narcotráfico en Quito, Ecuador. Este consejo estableció estrategias que permitirán la cooperación policial de toda la región para enfrentar el flagelo de las drogas, no sólo en el ámbito de producción y de tráfico de estupefacientes, sino también contra delitos conexos, como el lavado de activos de origen ilícito.

Un gran paso para los países sudamericanos, en el que Bolivia ha jugado un rol fundamental a partir de la iniciativa de regionalización de la lucha contra el narcotráfico, que ya ha dado importantes frutos, especialmente en operativos conjuntos entre Brasil y Bolivia, estrategia denominada Brabo y también entre nuestro país y Argentina, en el marco del Plan Arbol.
Desde que Bolivia prescindió de la DEA, la agencia antidroga de Estados Unidos, las autoridades del sector descubrieron grandes laboratorios de narcotráfico. Se estima que, sólo el año pasado, el descubrimiento de estas megafábricas evitó la circulación de al menos 70 toneladas de droga en el mundo.
Cuesta entender que la DEA no hubiera denunciado nunca de la presencia de estas grandes fábricas de estupefacientes, sobre todo si se toma en cuenta los recursos económicos y tecnológicos con los que cuenta la primera potencia del mundo para perseguir a su principal enemigo: el tráfico de estupefacientes.
Y Bolivia ha demostrado que, sin poner en riesgo su soberanía, podrá continuar enfrentando a este flagelo, destinando, por primera vez en nuestra historia, recursos del Tesoro General de la Nación para este cometido.
Es cierto que aún queda mucho por hacer frente al aumento de la producción de coca excedentaria. Es evidente que la lucha y erradicación de los cultivos ilegales es el punto flaco de la estrategia boliviana.
Eso, sin embargo, no quita los importantes avances que se están dando en otros campos, como la regionalización de la lucha contra el narcotráfico.
Debiéramos estar concientes de que la lucha contra el tráfico de drogas es responsabilidad ineludible de todos los países. Unos, como los productores, deberán esforzarse en la interdicción contra los cultivos ilegales. Otros, como los países de tránsito, en el control de las fronteras y aeropuertos. Finalmente, los consumidores, estableciendo políticas claras para combatir el mal al interior de su territorio.
En ese marco, la mal llamada cooperación de Estados Unidos, no es más que la admisión de una responsabilidad en el contexto mundial, pues si el consumo no se incrementara como cotidianamente lo hace, la producción tampoco aumentaría, porque no encontraría mercado. Y, aunque ésta podría parecer una argumentación simplista y mecánica, es, a grandes rasgos, lo que define el rol de cada país en el fenómeno del narcotráfico.
La creación de este Consejo Sudamericano es de radical importancia para Bolivia y para los países de la región, porque permitirá establecer políticas comunes y aunar esfuerzos para enfrentar a esta actividad delincuencial. En este consejo se facilitará el intercambio de información y de experiencias.
También se podrá definir negociaciones en bloque con los países consumidores como los que conforman la Unión Europea y Estados Unidos. Así, se asegurará que los países consumidores no aprovechen su poderío económico haciendo pasar por cooperación la obligación y se evitará, en fin de cuentas, que a título de cooperación, estos países terminen imponiendo políticas de intromisión y violación de la soberanía de los pueblos.
Por último, la creación de este consejo es la única respuesta posible a un fenómeno que tiene características transnacionales, pues el crimen organizado y las bandas narcotraficantes no respetan fronteras.

miércoles, 7 de abril de 2010

Recuperar lo perdido


´Diciembre de 2009 y enero de 2010 fueron para mí meses de administración de crisis y no personal, aunque algo de eso también hubo, sino, sobre todo, laboral.
Estuve tan absorta en esos conflictos que, cuando al fin terminaron, miré a mis hijos y tuve la certeza de que lo mejor era salir. Solicité mis vacaciones, aunque eso no era recomendable si quería mantener mi puesto, pero evaluadas las cosas, entendí que mi trabajo ya había dejado de ser importante para mí. No mi trabajo en general, sino específicamente, "ese" trabajo.
Durante mis vacaciones me encerré en mi casa. Era tal el agotamiento que llevaba sobre los hombros que no quería salir, ni ordenar, ni pensar. No vi televisión ni leí noticias durante más de un mes. Salí muy poco y en pijamas, miré la vida pasar como una zombie. Parecía que venía de la quinta dimensión y tenía una memoria remota de todo lo que me rodeaba. Algo así deben sentir los seres humanos que dicen haber sido raptados por extraterrestres.
Poco a poco comencé a darme cuenta que la vida es algo más que policías y ladrones, terroristas y narcotraficantes. Me di cuenta de que mi tranquilidad vale más que cualquier puesto. Que una noche de karaoke con amigos suele ser divertida y que la computadora sirve para algo más que escribir informes.
Sin embargo, había perdido muchas cosas. Sólo hoy, cuatro meses después -¡cuatro!- comencé a vaciar mi bandeja de entrada en el correo y encontré miles de mensajes de año nuevo, buenos deseos, invitaciones y algún requerimiento urgente que a fuerza de ser olvidado perdió importancia.
Hoy no siento nada de nostalgia por aquella oficina en la que dejé un año de mi vida con tal intensidad que parecerían cinco. Paso por allí como los presos políticos, evitando verla, rodeando la esquina, tapándome los ojos.
Y, cada día, agradezco el poder recuperar lo mucho que he perdido e intentar vivir lo mucho que me queda.
Les puse esta reflexión porque esto ya estaba demasiado periodístico y ustedes saben que cuando me intoxico de algo hago catarsis aquí. Este espacio es mío, sólo mío y en mi vida, me van a disculpar, hago muchas cosas más que estos editoriales diarios.
A veces también reflexiono como cuestiones existencialistas como éstas y nunca dije que éste sería un espacio serio.
Bye.

(El dibujo es de un sitio que se llama Kireei)





Betza Mauricio



En medio del fragor electoral, la sociedad alteña se vio consternada con la noticia de la violación y posterior asesinato de una joven de apenas 17 años, quien apareció muerta en una zona alejada de Senkata, después de haber ido con una de sus amigas a una discoteca.
La noticia desató la furia de los vecinos. Esta joven, abandonada por su madre cuando apenas era una bebé, había sido criada con mucho esfuerzo por su padre y, a diferencia de muchos jóvenes, durante su corta vida siempre reconoció el sacrificio de progenitor no sólo de palabra, sino siendo también una de las mejores alumnas de su curso.
Estando a punto de salir bachiller, tenía la ambición de estudiar tres carreras y así compensar todo lo que su padre le había dado y todos los cuidados que le prodigó como hija única.
Cuánta tristeza causa que una vida, con todo el futuro por delante y miles de sueños por cumplir, se vea truncada por malvivientes y por la imprudencia de la juventud. Los padres alteños que tienen hijos jóvenes han dejado hace mucho de tener el sueño tranquilo. Cada salida de sus hijos es una agonía, frente a la posibilidad de que les pase algo, el momento menos pensado.
No tiene nada de malo acudir a divertirse a un centro de esparcimiento, pero con los riesgos actuales, hasta pareciera que es tentar al destino.
Un hecho delincuencial que debería ser la excepción, resulta tornándose en algo normal, cada vez más frecuente y, obviamente, eso origina la reacción de los vecinos. No es nada fácil vivir con el Jesús en la boca.
La impotencia, la rabia acumulada, el estar atado de manos frente a estos hechos, provoca la respuesta iracunda de la gente, tal como ocurrió en Senakata.
Decenas de familias armadas de piedras y palos, irrumpieron en la noche del martes a media docena de locales que funcionan como restaurantes pero que en realidad, según los propios vecinos, venden alcohol a los jóvenes.
Las peñas show Sapahaqueñita y Utama fueron incendiadas y destruidas, entre otros locales donde se denunció que incluso hay jovencitas que ejercen la prostitución.
Una cosa similar ocurrió hace algún tiempo en La Ceja de El Alto. Ante la falta de acciones por parte de las autoridades, los vecinos deciden tomar la iniciativa.
El alcalde electo de El Alto, Edgar Patana, anunció que hará respetar la legislación vigente para locales de venta de bebidas alcohólicas. Una misión en la que más de un alcalde fracasó.
Sólo una profunda vocación de servicio a la gente, determinación, firmeza y una inclaudicable lucha contra la corrupción de las autoridades que se hacen los de la vista gorda, podrán garantizar el éxito.
De lo contrario, hechos como los ocurridos en Senkata serán, lastimosamente, cada vez más frecuentes.

lunes, 5 de abril de 2010

La importancia de ser mujer



Hace algunos años, concretamente el año 2005, las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres demandaban la aprobación de una ley contra el acoso político. En ese entonces, ser concejala o alcaldesa implicaba un riesgo que incluso comprometía la integridad física de estas mujeres.

En varias regiones, especialmente rurales, las concejalas fueron obligadas, golpes y amenazas de por medio, a renunciar a sus curules o dejar de ejercer sus cargos. Entonces estaba muy arraigada la creencia patriarcal de que las mujeres deberían estar en su casa y, por lo tanto, le estaban vedados los puestos públicos y la posibilidad de fiscalizar a sus respectivos Concejos Municipales era realmente una afrenta hacia sus colegas varones y machistas.
Cinco años después, podemos afirmar con certeza que las mujeres han conquistado su espacio y lo han hecho sin ningún tipo de concesiones.
Basta mirar en nuestra ciudad. En El Alto, Soledad Chapetón, la joven representante de Unidad Nacional (UN), logró el segundo lugar con un importante 31 por ciento de los votos. Es decir, tres de cada diez alteños que votaron lo hicieron por ella.
Pero “la Sole”, como ella misma se denominó ante el electorado, avanzó en silencio, movilizando un escaso aparato propagandístico. Lo hizo asistiendo a cada debate, atendiendo todas las invitaciones y aprovechando todos los espacios posibles para decir su palabra.
En un trayecto de minibús, una joven universitaria alteña comentó, unos días antes de las elecciones, que su voto iba a ser por Soledad Chapetón. Cuando sus compañeros de viaje le preguntaron por qué, ella simplemente respondió: Porque en un discurso, la Sole dijo “Yo sé lo que es ser mujer en El Alto” y me convenció. No había escuchado nunca a alguien reivindicar a las mujeres alteñas.
Para satisfacer la curiosidad de quienes le acompañaban, esta joven contó que Chapetón la conquistó porque habló del esfuerzo de las madres alteñas, que no sólo son jefas del hogar, sino que además deben trabajar en la calle para sostener a sus familias. Habló también del acoso sexual al que son sometidas las jóvenes alteñas de manera cotidiana, en un contexto inseguro en el que, además, la mujer es vista como el instrumento para satisfacer apetitos, por más bajos que éstos sean. Y, por supuesto, se refirió a la discriminación. “Creen que porque somos mujeres y de El Alto somos menos que el resto y no es así”.
Aunque con relativas diferencias entre una y otra, las seis mujeres que se presentaron como candidatas en esas elecciones no tuvieron una campaña proselitista de grandes dimensiones.
En muchos casos, como en el de Jessica Jordan, fueron víctimas de graves agravios personales y a su condición femenina.
Y a pesar de todas estas dificultades, mujeres como Elizabeth Salguero, Ana Lucía Reis, Ana María Quinteros y María Ricaldi, entre otras, abrieron brecha para el resto. Cinco años después de aquellas movilizaciones para lograr una ley que sancione el acoso político, vemos a valerosas mujeres que mostraron lo que se puede hacer e iniciaron un importante camino en la política, para bien de la sociedad boliviana e independientemente del partido al que representaron en estas justas electorales.

domingo, 4 de abril de 2010

El costo de las malas decisiones



Las elecciones verificadas ayer en todo el país muestran claramente la fragilidad del capital político del que gozan los partidos y las organizaciones partidarias en Bolivia y son también una evidencia de que la fuerza política nacional que el pueblo boliviano otorgó al Movimiento Al Socialismo en las elecciones de diciembre pasado, depende de dos factores: el liderazgo del Presidente Evo Morales y la necesidad de atender las demandas de un bloque social y político que es el sostén de apoyo del proceso de cambio, especialmente en el occidente del país.

Y si bien el liderazgo del Presidente Evo Morales no ha sido afectado, es evidente el riesgo que corrió el primer mandatario al apoyar a candidatos que él mismo escogió, en muchos casos desoyendo la demanda de las propias organizaciones o desconociendo la trayectoria de los candidatos elegidos por la gente.
Grave error político del Presidente Evo Morales, asumir semejante riesgo en total ausencia de retroalimentación, en un monólogo absurdo en el que sus más estrechos colaboradores no hicieron más que profundizar el traspie gubernamental, especialmente en La Paz.
No puede interpretarse de otra forma lo ocurrido en la sede de gobierno y en Oruro. La guerra sucia emprendida contra el Movimiento Sin Miedo, uno de los más importantes aliados del proceso de cambio en occidente, fue interpretada por los ciudadanos como una sucesión de actos de deslealtad y arbitrariedad.
Pero el desliz también puso al descubierto un cierto nivel de ausencia de claridad política y de claridad en los objetivos, lo que a su vez, se expresó en los criterios con los se seleccionó a los candidatos y se postuló a ciertas personas. El Gobierno deberá reflexionar por qué, a excepción de Edgar Patana, en El Alto, y de Cochabamba y Cobija, el resto de los elegidos terminó en derrota. Y no sólo eso, el Gobierno tendrá que realizar una profunda autocrítica sobre las desacertadas decisiones que no hicieron otra cosa que posicionar a su ex aliado en el escenario nacional.
Ojalá que ese grupo de colaboradores que es responsable del monólogo presidencial no intente maquillar este tras pie, mostrando como triunfo el logro de alcaldías en áreas rurales del país. Eso no compensa la pérdida de las principales ciudades capitales y lo sabemos todos.
Y así como sería infantil intentar ocultar el error frente a evidencias tan suficientes, sería también un error interpretar que estamos frente a una victoria de la oposición. Los resultados a nivel de gobernaciones muestran que la derecha ha logrado mantener espacios territoriales que ya controlaba, sin lograr superar su aislamiento debido a la ausencia de nuevas propuestas para el país. Sin embargo, esta situación es también una llamada de atención para el gobierno, que de manera soberbia se adelantó a decir que estas elecciones serían la tumba de la media luna.
Quizá, la lección más importante de estas elecciones es que los errores políticos siempre pasan altas facturas y que los que se cometieron en el caso específico de La Paz sólo contribuyeron al surgimiento de una nueva fuerza política nacional: el Movimiento Sin Miedo.