lunes, 5 de abril de 2010

La importancia de ser mujer



Hace algunos años, concretamente el año 2005, las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres demandaban la aprobación de una ley contra el acoso político. En ese entonces, ser concejala o alcaldesa implicaba un riesgo que incluso comprometía la integridad física de estas mujeres.

En varias regiones, especialmente rurales, las concejalas fueron obligadas, golpes y amenazas de por medio, a renunciar a sus curules o dejar de ejercer sus cargos. Entonces estaba muy arraigada la creencia patriarcal de que las mujeres deberían estar en su casa y, por lo tanto, le estaban vedados los puestos públicos y la posibilidad de fiscalizar a sus respectivos Concejos Municipales era realmente una afrenta hacia sus colegas varones y machistas.
Cinco años después, podemos afirmar con certeza que las mujeres han conquistado su espacio y lo han hecho sin ningún tipo de concesiones.
Basta mirar en nuestra ciudad. En El Alto, Soledad Chapetón, la joven representante de Unidad Nacional (UN), logró el segundo lugar con un importante 31 por ciento de los votos. Es decir, tres de cada diez alteños que votaron lo hicieron por ella.
Pero “la Sole”, como ella misma se denominó ante el electorado, avanzó en silencio, movilizando un escaso aparato propagandístico. Lo hizo asistiendo a cada debate, atendiendo todas las invitaciones y aprovechando todos los espacios posibles para decir su palabra.
En un trayecto de minibús, una joven universitaria alteña comentó, unos días antes de las elecciones, que su voto iba a ser por Soledad Chapetón. Cuando sus compañeros de viaje le preguntaron por qué, ella simplemente respondió: Porque en un discurso, la Sole dijo “Yo sé lo que es ser mujer en El Alto” y me convenció. No había escuchado nunca a alguien reivindicar a las mujeres alteñas.
Para satisfacer la curiosidad de quienes le acompañaban, esta joven contó que Chapetón la conquistó porque habló del esfuerzo de las madres alteñas, que no sólo son jefas del hogar, sino que además deben trabajar en la calle para sostener a sus familias. Habló también del acoso sexual al que son sometidas las jóvenes alteñas de manera cotidiana, en un contexto inseguro en el que, además, la mujer es vista como el instrumento para satisfacer apetitos, por más bajos que éstos sean. Y, por supuesto, se refirió a la discriminación. “Creen que porque somos mujeres y de El Alto somos menos que el resto y no es así”.
Aunque con relativas diferencias entre una y otra, las seis mujeres que se presentaron como candidatas en esas elecciones no tuvieron una campaña proselitista de grandes dimensiones.
En muchos casos, como en el de Jessica Jordan, fueron víctimas de graves agravios personales y a su condición femenina.
Y a pesar de todas estas dificultades, mujeres como Elizabeth Salguero, Ana Lucía Reis, Ana María Quinteros y María Ricaldi, entre otras, abrieron brecha para el resto. Cinco años después de aquellas movilizaciones para lograr una ley que sancione el acoso político, vemos a valerosas mujeres que mostraron lo que se puede hacer e iniciaron un importante camino en la política, para bien de la sociedad boliviana e independientemente del partido al que representaron en estas justas electorales.

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