viernes, 30 de julio de 2010

Pugnas internas

Foto del portal de Radio Fides

El pasado jueves, el Vicepresidente Álvaro García Linera admitía la necesidad de un “rearme ideológico y político” al interior del Movimiento Al Socialismo (MAS), como una opción para solucionar viejos problemas internos que se vienen arrastrando desde hace mucho tiempo, según el segundo mandatario del país.
Y aunque García Linera aclaraba que las fisuras o divisiones al interior del partido de gobierno “son el gran sueño de la derecha” y ratificaba que existe “una unidad monolítica” de los masistas alrededor del Presidente Evo Morales, aparentemente, la claridad política del Vicepresidente daba en el clavo.
Un rearme político e idoelógico, capaz de organizar a los masistas en torno a un programa de Gobierno coherente, es, quizá, el primer paso para enfrentar los actuales problemas y evitar los riesgos futuros que se avizoran.
No es casual que Caranavi, una región todavía herida por los luctuosos enfrentamientos ocurridos entre abril y mayo pasado, haya sido escenario nuevamente de enfrentamientos entre dos grupos de masistas, uno de ellos claramente motivado por espacios de poder.
Y además del rearme programático, los dirigentes nacionales del MAS y del Gobierno, deberían poner coto a desmedidos apetitos personales que no sólo están dañando a las organizaciones sociales y sindicales, sino que están perjudicando seriamente a la gestión de Gobierno, desgastándola en pugnas internas particulares.
El Gobierno debería llamar a la sensatez al senador Fidel Surco, uno de los principales promotores del conflicto ocurrido en Caranavi. No haberlo hecho a tiempo provocó que otras 16 personas terminaran heridas el jueves, tras un enfrentamiento entre dos grupos de colonizadores a causa de los intentos de Surco de crear una federación paralela, según reportaron los medios de comunicación al difundir la información.
Esa versión tiene coherencia si se toma en cuenta que Surco atraviesa por una grave crisis personal de liderazgo, toda vez que fue expulsado de su partido por el congreso del MAS paceño. Aunque él lo desmintió, lo que se sabe es que la resolución de expulsión fue efectivamente tratada en ese evento y el nuevo ejecutivo se la llevó consigo sin que quedara claro si fue aprobada o rechazada. Independientemente de esta situación, lo que se evidenció en el encuentro de masistas paceños es que Surco ya no goza de la confianza de las bases de La Paz, quienes lo responsabilizan por uno de los hechos más comprometedores de la gestión de gobierno durante este año.
El Gobierno debería estar consciente de que no se trata sólo de personas ni de situaciones aisladas. Esos hechos comprometen, también, a la gestión de Gobierno que, por lo demás, bastante trabajo tendrá para enfrentar la inflación generada por los desastres naturales en los próximos meses, pues la merma en los bolsillos de la población por el aumento de precios es el peor enemigo no sólo de Evo Morales, sino de cualquier presidente.

miércoles, 21 de julio de 2010

Otra vez las decisiones

Cada vez que espero que me lleguen páginas para editar me dispongo a escribir en mi pequeño espacio, pero suena el interno y me lo impide. Lo hizo otra vez, hace apenas algunos minutos, pero decidí sacrificar un poco mi descanso nocturno para saludar y decir que no me morí, sino que realmente no puedo escribir por el momento.
Hace algún tiempo compré una computadora, con la firme decisión de escribir en el blog desde mi casa, pero la mera verdad, hasta ahora ni siquiera he podido probar el teclado del nuevo juguetito.
Hace algún tiempo, también,decidí hacerme cargo yo de la casa y me dispuse a lustrar pisos, limpiar alacenas, desempolvar cajones y ordenar un poco el grave desorden al que me sometió María, la compañera que me ayudaba y terminó cobrando el triple en conversaciones telefónicas con su chico, y el dulce trabajo que entonces tenía que me absorbía como un vampiro toda la energía de la que podía disponer.
Pero hace unos días me pregunté qué carajos hago yo limpiando, cuando podría hacer algunas cosas un poco más productivas, como leer o recuperar los momentos de ocio como éstos, que tanta falta me hacen.
Así que me puse en campaña y, porteros de por medio, encontré una nueva compañera, a la que le prohibí utilizar el teléfono para llamadas a celular y que sólo irá a mi casa algunos días de la semana, los suficientes para mantenerla decentemente limpia, mientras yo me dedico, como antigua filósofa griega, a decidir qué quiero hacer con la otra mitad de vida que me queda, si es que no es menos por decisión de arriba.
Y la nueva compañera llegó hoy, llena de energía, a sorprenderme limpiando en un día todos los pisos que yo me demoraba una semana en limpiar.
Y con mi casa oliendo a cera nuevita y mis armarios con todos mis conjuntos dispuestos y mis cuadernos prestos a ser revisados, emprendí esta nueva etapa, en la que me juré nunca más desperdiciar el tiempo en labores domésticas por las que pueda pagar, mientras pueda pagar. Cuando no pueda hacerlo, seguramente mis hijos serán más grandes y junto a su padre, habrán aprendido a valorar, tarde como yo, lo que cuesta el orden y la limpieza y les dolerá dejar una colección de vasos en sus mesas de noche, sus zapatos tirados debajo de sus camas, panes mezclados con ropa interior en sus cajones, y prendas lavadas y planchadas por mis manos, dobladitas dentro de los tachos de ropa sucia junto a libros, periódicos y hojas desperdigadas por todas las habitaciones.
Si eso no llegara a suceder jamás no seré yo la que habré perdido, así que bienvenido frío polar, me enseñaste la lección.
Pero en realidad la urgencia por conseguir a alguien que me ayude se debía a que necesitaba un ratito para echarme en mi cama sin pensar que tengo que limpiar el piso, qué putas cocino hoy ni cuánto demoraré en limpiar la cocina para calcular el tiempo y cambiarme para ir a trabajar. Ese tiempo chiquitito que necesitaba, me sirvió tanto hoy, que decidí aceptar un nuevo desafío laboral. Ya puse las cartas sobre la mesa y si la oferta salarial es aceptada -por ellos, no por mí- desde la próxima semana no tendré tiempo ni para atender este interno que no me deja escribir, y menos para pensar en el extreme make over que debo hacerle a mi casa.
Estás en lo mismo, me dirán ustedes, pero sólo yo sé cómo el orden y el olor a cera nuevita de mis pisos me motivan a avanzar.
Voilá.