jueves, 2 de abril de 2009
Liviana de carga
De pronto tenemos en el bolsillo al primer trimestre del año y, haciendo un balance siento que a nivel personal, marzo ha significado un quiebre. Sé que a partir de marzo de 2009 hay un antes y un después en mi vida.
Fue un periodo de grandes transformaciones. Noticias impactantes, recuperación de pérdidas, estabilidad en el trabajo, armonía y equilibrio, tranquilidad, es decir, un montón de cambios a los que les fue imposible pasar desapercibidos.
Siento que mi vida ha dejado atrás las cargas más pesadas: el tema de la casa de mi madre, su ausencia y la distancia estando ella en Cochabamba y yo aquí, las discusiones familiares, los miedos, las deudas, las incertidumbres se han ido quedando atrás. Todavía queda algún camino por recorrer, pero sé que en marzo he avanzado el tramo crucial.
Me soprende el hecho de que la vida me despojara de todo para darme lo más importante: arragiarme en lo que quiero, conectarme con lo más profundo de mí.
Siento que, a partir de una nueva etapa en mi desenvolvimiento, es como que soy más conciente de quién soy, de a dónde pertenezco y qué quiero. He soltado y he dejado ir a todo lo demás sin ninguna culpa. Como leí en rutas del alma: marzo me ha dejado increíblemente liviana de carga.
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