Tendré que continuar tomándome cafés con leche. Desde hace varias semanas, siento frustración en la mañana y realización en la noche. No sé cuál pesa más, si la impotencia de verme "puenteada" todos los días y presionada por los de arriba y los de abajo o la satisfacción de estar en esta sala de redacción, escribiendo, que es lo que me gusta hacer.
Creo que llega un momento en la vida en que uno necesita sentirse bien y en el que te parece que nada de lo que pasa es tan importante como para amargarte los días. Un momento en el que las decisiones se toman fácilmente y, cuando no es así, te desesperas, te inmovilizas. Me siento un poco así. Hay días en los que el desgano triunfa, en los que pienso, "bueno, hasta aquí llegamos, esto me supera" y luego cambio, digo "pero está bien no más, tengo la mañana para hacer algunas cosas, no estoy tan consumida por el trabajo".
Y esta situación de incertidumbre no puede seguir. Si me quedo aquí estudiaré para chef en las mañanas. O guitarra, o canto, cualquier cosa. Si me voy, será a un lugar un poco menos hostil o por lo menos, mejor remunerado.
Mientras tanto, café con leche. La otra decisión ya fue asumida. Y esito sería.
miércoles, 13 de abril de 2011
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