Verte arrodillado frente a mi no modifica nada. Todavía mis ojos están hinchados de tanto llorar. Aún me duele todo el cuerpo, pero sobre todo un lugar que me invade entera. Será mi alma supongo.
No creo que quien ama pueda herir así, tan impunemente, y arreglar todo con una disculpa. Siento que ensuciaste nuestra casa de violencia, nuestra vida de intimidación y miedo.
Quisiera perdonarte y no puedo. Me miro y te miro y me doy cuenta de que nos quebraste.
Que a pesar de mi buena fe, esta sensación de humillación es más fuerte que todo. Superaste mi propio límite y el tuyo. Ahora sólo queda esperar a que el tiempo cure las heridas, aunque hay algunas heridas que sangrarán para siempre.
Que te aproveche la profunda pena que instalaste en mí. Vaciaste mis ojos. Que te beneficien mis lágrimas.
lunes, 30 de junio de 2008
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