lunes, 3 de noviembre de 2008

Semana 45


Cuando busqué una imagen para colgar que reflejara mi estado de ánimo encontré ésta, que se llama "armonía en rojo" y la puse porque, al final de cuentas y a pesar de lo difícil que fue este año para mí, ingreso a la semana 45 pudiendo afirmar que me siento armonizada conmigo misma.
Siempre lo repito, cuando mi conciencia decide imponer sus caprichos no hay forma de hacerla retroceder. En septiembre, ella me gritaba en los oidos que no, que no se justificaba trabajar catorce horas por pura embelequería; que no se justificaba dejar el trabajo político por uno burocrático que sé que no me gusta; que mi casa y mis hijos estaban abandonados y yo me sentía muy mal; que ya basta de enojarme con el mundo porque no me quiere o no me cuida si ni yo misma lo hago.
Por eso decidí renunciar. Para darme una pausa para tomar decisiones importantes y hacer aquellas cosas que me gustan y me hacen muy feliz:
  • Así arreglé toda mi casita, cuarto por cuarto purificándola.
  • Entré a la oficina que tengo en mi casa y, al fin, después de un año y medio la pude ordenar.
  • Retapicé los sillones de mi living, porque ya daba verguenza el estado en que los dejó aquel perro maleantoso del que alguna vez les hablé.
  • Puse las cortinas que faltaban.
  • Dormí, dormí y dormí todo el sueño que creí perdido y necesitaba recuperar.
  • Pensé en qué quiero hacer con mi vida y la reencausé reubicando mis prioridades.
  • Corté de plano ciertas relaciones y aclaré mi mente respecto a otras.
  • Saqué toda mi ropa del ropero y boté aquello que no me pongo. Ahora someto a evaluación absolutamente todo. No me queda, se va. No me gusta, se va. No combina, se va. No me entiende, se va. No me quiere, ya se fue.
  • Cuando terminé, el miércoles 29 de octubre, invité a unos amigos muy queridos y especiales a cenar.

No se imaginan la cantidad de cosas que encontré y que quisiera subir al blog. Tengo fotos de la mayoría de ellas, pero no tuve tiempo de ordenarlas. Me quedan como dos cajones llenitos de papelitos míos. Tarjetas de mis hijos. Cartas escritas hace tiempo. Reflexiones y meditaciones- Resúmenes de libros. Propósitos incumplidos pero en absoluta vigencia, en fin, me encontré con quien soy yo, a solas, sin estorbos, sin llamados inoportunos, sin discusiones y, sobre todo, sin influencias de ningún tipo. Una vez que me reencontré, comencé a quererme y a entenderme. ¡Cómo necesitaba ese mes! Fue la primera vez en años que me tomé tiempo para mí, a mi ritmo, a mi estilo, como YO quise. Y entonces comprendí que si yo no estoy bien, nada estará bien. Por eso, me traté como a una reina y hoy, 3 de noviembre, me siento tranquila y en paz conmigo y con mi entorno físico.

1 comentario:

Vania B. dijo...

Querida Dani, has dicho un a gran verdad: si no estás bien contigo misma NADA funciona.

Qué bien lo de la limpieza, qué bien que hace deshacerte de todas las cosas que te estorban en la vida, que no te permiten seguir creciendo.

Esta semana estoy sin mucho tiempo, pero cualquier ratito nos damos una escapada, que me muero de antojo de un capuchino, o un café irlandés, cine y charla contigo.

Un abrazote.