Estos días, de hemorragias extrañas que invaden mi cama y mi ropa. Estos días, en los que me río de mi misma y de mi presencia en reuniones políticas sobre recursos naturales.
Estos días, en que la lluvia arrecia en La Paz.
Estos días, en que escucho a Jaime Junaro, conozco personalmente a su hermano César y lo registro como uno de los míos.
Estos días, en que participo de una sorpresiva milluch’ada con un amauta evangélico. En que encuentro en mis sueños al otro César, a ese amigo mío argentino, haciéndome reír como siempre y a su compañera, alias Kitty, llamándonos a ambos a la cordura.
Cuando no tengo a quién recurrir y estoy a punto del desmayo, no sé si por debilidad o por falta de ganas. En que me falta el aire y me siento purificada por el dolor.
Estos días, en que el campamento no se termina de convertir en casa. De comida de pensión, de correteos insulsos pero imprescindibles. De anuncios de viajes y de rupturas de rutinas. De conciertos de Atajo. De enojos de madre y entusiasmos de hijos por papeles teatrales.
Estos días en fin, tan sin raíz y sin mí, quisiera ser como el gobierno y mandar todo a la merde, igual, igualito como está a punto de hacer con la Constituyente, ese sueño que todos soñamos y que perseguimos en nuestras pesadillas, corriendo en un sendero que sólo nos lleva al pozo ciego, al callejón sin salida de la capitalía.
Antes o mañana diría: no compañeros, todavía se puede, todavía se debe. Hoy sentencio: No nos balanceemos, peregrinos, podemos caer.
Imagen de www.margencero.com
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2 comentarios:
Qué pasó mujer?
No ves la luz?
Siempre hay un ser que está cerca e ilumina... aunque nuestra propia sombra no nos deje verlo...
Te digo, compañera, todavía se puede, todavía se debe
Bienvenida, ahora tienes dos casas nuevas.
Y como me iluminaste el día con el comentario, me sumo: todavía se puede, pero sobre todo, todavía se debe. ¿Por dónde comenzamos?
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