viernes, 26 de marzo de 2010

Los colegios nocturnos


El Ministerio de Educación informó que en las próximas semanas iniciaría el proceso de fusión y cierre de colegios nocturnos, debido a que en muchos de ellos no está justificada la relación maestro – número de alumnos.
Un tema sensible para las autoridades educativas, pues implica la disyuntiva entre una administración eficiente y el derecho al estudio de miles de jóvenes y adultos, especialmente de El Alto.
Por ello la reacción no se dejó esperar. Inmediatamente después de realizado el anuncio, la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) anunció la resistencia a la medida, por considerarla atentatoria contra, precisamente, el derecho al estudio de niños y jóvenes trabajadores.
El rechazo del magisterio tampoco tardó en llegar, aunque en este caso, motivado en la defensa del número de ítems de los maestros asignados a un colegio nocturno.
La necesidad y el derecho de aprender a leer y escribir u obtener el bachillerato, es un sueño difícil de cumplir incluso para niños de familias relativamente estables, tanto social como económicamente hablando.
En un contexto de altos niveles de pobreza, la mayor parte de los jóvenes se ven obligados a ingresar al mundo laboral a temprana edad, para ayudar a sostener la familia y, en casos extremos, para autosustentarse ante el total abandono al que se enfrentan diariamente.
Por esa razón, muchos jóvenes renuncian a la utopía, que para ellos es inalcanzable.
Sólo una voluntad de hierro permite a una persona trabajar durante toda la jornada y después reunir fuerzas para mantenerse atento a las lecciones de un profesor.
La situación se agrava si se toma en cuenta que un adolescente que así actúa, lo hace en medio de un mundo de limitaciones e incomodidades, que van desde la falta de un pupitre confortable hasta la carencia de transporte que lo retorne a su hogar a altas horas de la noche. Mal alimentado, sobre exigido, y prácticamente exhausto, con seguridad que este joven debe enfrentarse diariamente al dilema de continuar en el esfuerzo o tirar la toalla y darse por vencido.
Desde esa perspectiva, hacen bien los dirigentes de la FES en anunciar la férrea defensa de los colegios nocturnos.
Respecto a los maestros, es por todos conocido que, por regla general, quienes imparten clases en horarios nocturnos están impedidos de acatar los paros dictados por sus dirigentes, por ejemplo. Y también tienen algo de razón cuando afirman que en el trasfondo de la medida es previsible que exista la intención de una reasignación de ítems, en desmedro de los colegios nocturnos, el flanco más débil.
No es racional exigir el funcionamiento de un colegio nocturno con menos de diez alumnos por curso, pero tampoco lo es demandar un mínimo de veinte, aunque así está establecido.
Lo que urge, en todo caso, es que el Gobierno diseñe una estrategia integral. Si anunció la posibilidad de otorgar un bono de cesantía para desempleados y si logró convertir al país en un Estado libre de analfabetismo, ¿por qué no evaluar un incentivo para estos esforzados jóvenes y niños, facilitándoles una asignación económica a cambio de buenos resultados escolares? Ellos ya son un ejemplo por mérito propio y, por tanto, han demostrado con creces que merecen una política de incentivo.

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