Cuando ubiqué que se encontraba cerca de Camiri me tranquilicé, pues la nueva carretera permite hacer en seis horas lo que antes demoraba trece. Ésa es, quizá, la mejor carretera de Bolivia.
La escasez de tiempo no me permitió hacer más averiguaciones.
Partimos de Santa Cruz a eso de las cinco de la tarde, rumbo, primero, a Abapó. Allí compramos música, para hacer un poco divertido el viaje, presintiendo quizá lo que nos esperaba.
Los tres mosqueteros, dos varones y una fémina, yo, nos embarcamos entonces por un lugar denominado El Espino, rumbo a nuestro destino final: Charagua.
Apenas 40 kilómetros después encontramos una señal vial que nos decía que debíamos doblar a la izquierda. Ahí comenzó la odisea. Cuatro horas de un camino imposible, de apenas ochenta kilómetros. Ni una luz en la lejanía, sólo la luna amarilla iluminando apenas aquellos parajes desconocidos para mí. Una tierra árida y seca, agreste, difícil.
Pero no hay sacrificio que no tenga recompensas. Y ésta fue una de las mejores que tuve en la vida. Llegamos por fin a la Estación Charagua. Desde allí nos indicaron que el pueblo estaba a siete kilómetros. Los avanzamos rápidamente y ahí estaba, esperándonos con los brazos abiertos: Boquerón, el centinela del Chaco boliviano.
¡Habíamos llegado al célebre bastión de la Guerra del Chaco! No daba crédito a mis ojos y no pude contenerme. ¿Esto es Boquerón? Le pregunté a un militar del cuartel. Sí, me respondió, inconmovible. ¿El de la canción? Sí, me reiteró. ¿El de Boquerón abandonado, sin comandos ni refuerzos, es el mismo? El mismo, me dijo, ahora con una amplia y orgullosa sonrisa en el rostro.
¡Estábamos allí, donde nuestros soldados combatieron durante 23 días a los soldados paraguayos! Allí, donde hay un museo en el que existe una raída bandera boliviana utilizada en la contienda. Allí, donde está el Santo Pila, la imagen de yeso de un niño pequeñito, desfigurado por las inclemencias de la guerra, a quien una mujer le suplicó que su esposo retornara. Donde existe un teléfono, hermosa reliquia de guerra, bien conservado gracias a los charagueños.Y un cráneo, del soldado desconocido, que yo toqué sintiendo estremecimiento en todo el cuerpo, como si de pronto toda la guerra se agolpara en mi cabeza.
Miro hacia atrás y recuerdo el barrizal intransitable. No ha cambiado nada para Charagua, después de tantos años. Boquerón sigue abandonado y cómo duele entonces la patria, cómo duele la guerra entre dos pueblos hermanos. Y, sobre todo, cómo duele el abandono de los ex combatientes, la falta de consideración, el desdén contra nuestros ancianos, los mismos que, cada vez en menor número, nos recuerdan que una vez hubo una guerra, de catastróficos resultados para los dos países, una guerra fratricida, inútil, insulsa, que sólo nos trajo dolor y muerte.Charagua se ganó mi corazón. Juré volver allí con mis dos hijos, para que nunca olviden nuestra historia.
1 comentario:
Lamento señora comentarle que el verdadero Boqueron que habla la hermosa musica del altiplano, esta hoy dia en medio del Chaco boreal, bajo soberania actual del Paraguay; unos cientos de kilometros mas al sur. Charagua fue el villorio mas septentrional hasta donde llegaron las fuerzas paraguayas; quienes sufrieron un violento desalojo por el Ejercito boliviano, en las ultimas escaramuzas de esta bien llamada absurda guerra. El Regimiento de Infanteria de Bolivia nº 11 lleva orgullosamente este nombre, en recuerdo de la primera gran batalla, que dio inicio continuo a la guerra que duro 3 interminables años. Previamente, ya hubieron varias escaramuzas, que oficialmente se inicia con el atropello de este fortín por el ejército boliviano, desalojando a un pequeño destacamento del Paraguay, ubicado al borde de la laguna que posteriormente Bolivia denominó "Chuquisaca". Por la misma causa, el Regimiento de Infateria Nº 6 del Paraguay, tiene el nombre homólogo. Este regimiento fue conformado por los estudiantes de la escuela militar del Paraguay. Fue una batalla donde el ejercito paraguayo formado en su mayoria por campesinos que dejaron el rustico arado de las labores del campo, se alzaron un fusil al hombro, y pata pials como fueron conocidos posteirormente, tuvieron un bautismo de fuego, que el destacamento boliviano que defendia el fortin, muy inferior en numero, pero tecnicamente mejor formado y bien pertrechado, soporto 3 semanas de acoso inconmensurable, destacandose por la valiente resistencia que presento a un ejercito inmensamente superiro en numero, pero brutalmente inexperto en el arte de la guerra, cuyos combatientes demostraban mas inmensa voluntad que buen tino, pereciendo enc antidades inmensas en el intento de recuperar este emblematico y simbolico fortin. Mis cordiales saludos, y mis respetos al valiente pueblo boliviano, que con gallardia, coraje, honor y pundonor; enfrento la adversidad de una guerra que fue mas injusta para Bolivia, que para el Paraguay. Slds de un Pata Pila, que tuvo el placer de vivir en la bella Sta Cruz, y la hermosa Cochabamba.
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