Primero, la agasajada nunca llegó y, aunque sí había leído su tesis, no iba a ir a festejar con nosotros.
Segundo, ese día había muerto Michael Jackson y su música sonaba en todos los boliches. En varios de ellos encontramos hombres y mujeres que lloraban por el ídolo, pero nosotros no estábamos en la onda Thriller, para ser honestas.
Tercero, como no podíamos ponernos de acuerdo, fuimos de boliche en boliche y terminamos en un antro, donde tuvieron la brillante idea de pedir una jarra de ron. La "jarra" en realidad era una fuente:
De la que había que beber con bombillas:
Bizarro, todo muy bizarro.
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