jueves, 25 de octubre de 2007

¿Quién es una verdadera compañera?

- La que te mira a los ojos, se toca el mentón y te suelta la franqueza en cuatro palabras.
- La valiente madre, que saca a su hija adelante sola, sin depender de nadie.
- La que trabaja, se esfuerza y lo logra, diariamente.
- La que ríe, echando la cabeza para atrás, con una amplia carcajada.
- La que llora, siempre para adentro y sin que sus ojos derramen una lágrima, salvo cuando es inevitable, o sea una vez cada década, más o menos.
- La que militó conmigo, hizo huelgas de hambre conmigo, bloqueó calles conmigo, tiró piedras conmigo y todavía sigue ahí, conmigo.
- Y también la que, el 22 de enero de 2006, estuvo conmigo, apretujadas las dos, festejando el cambio y llorando, sí, porque creímos que nuestra lucha revolucionaria, las gasificaciones, las huelgas, las marchas, el periodismo, eran una inversión cuyos frutos sólo disfrutarían nuestros hijos o quizá nuestros nietos, pero los estábamos viendo allí, en la Plaza de los Héroes, sin poder creerlo.
- La que, el día del estado de sitio que decretó Goni para imponernos la capitalización, estaba conmigo, tomando ron, extranjeras del mundo y del universo, mientras su esposo la buscaba por todas las prisiones y retenes policiales.
- La que, ignorante de todo, inventó una historia fantástica y chilindrinesca, diciendo que estaba cubriendo el estado de sitio y que a eso se debía su demora, hasta que su esposo le dijo "a partir de hoy somos sólo amigos".
- La que, con esa aventura, nos da tela para reír incluso veinte años después, al preguntarle ¿Cómo está tu amigo?
- La que fue encerrada en un círculo rojo en una foto que le fue expuesta a su padre, militar.
- La que pedía un peso prestado, como yo y todo nuestro grupo, para reunir, peso a peso, el monto para unas seis cervezas en el Chuquisaca.
- La que me golpeó y también recibió, en el puesto de los dulces de la Universidad.
- La que con todo el amor preparó el ajuar para su Alejandra, sin saber que la iba a perder.
- La que concibió a su Gabriela y luchó, dispuesta a vencer la batalla y lo consiguió.
- ¡La que se fue a Santa Cruz! Triste como yo, decepcionada como yo, pero dispuesta, como yo, a enfrentar el más fascinante viaje hacia nosotras mismas.
- La que, al conocer a mi compañero, vaticinó infausta, que él sería mi marido.
- La que hoy, veinte años después, sigue siendo mi amiga.
Sí, ésa sí es una verdadera compañera y hoy está de cumpleaños, así que muchas felicidades, Sil y que la vida te dé lo que mereces y mucho más.(Y a mí que me dé el privilegio de seguir siendo tu amiga, ya?)

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