Miro a mi alrededor y redescubro que estaría completamente sola si no fuera por ti.
Que a pesar de no tener tus grandes ojos verdes y de pensar completamente diferente, eres la única persona que está y estará ahí, firme, cuando la necesito.
Que allá lejos, en nuestras soledades, tú me hablas, me preguntas, me proteges.
Que extiendo las manos y no tengo para darte nada que sea suficiente para retribuir lo que tú me has dado.
Que nunca te escribo porque no puedo expresar la admiración al saberte madre a los 18, perseguida política a los 19, exiliada a los 20 y viuda a los 21. ¡Qué pequeño resulta todo ante esas evidencias!
¿Cómo enfrentaste la vida? ¿De dónde sacaste tanto valor? ¿Cómo lidiaste con alguien como yo? ¿Dónde pusiste todo, la impotencia, el dolor, el miedo?
Quizá, cuando responda a todas estas preguntas, pueda encontrar un regalo a tu medida.
Mientras tanto, me conformo con saber que todavía hay agua en tu fuente para adornar la vida.
Que en tu alma todavía hay rosas de todos los colores para obsequiarnos.
Que a pesar de lo duro que ha sido tu destino y de las grandes decepciones que sigue dándote, eres el ancla de mi familia.
Que día a día me demuestras que si hay una persona en este mundo, una sola, que ama a mis hijos más que yo, ésa eres tú.
Que tu imagen se agiganta hasta hacerse inalcanzable.
¿Qué te puedo dar, que te consuele?
¿Qué puedo decir, que te agradezca?
¿Qué puedo hacer, que recompense?
¿Entiendes ahora por qué callo y prefiero que sea la ternura de mis dos hijos la que se haga cargo?
Ellos tienen la sabiduría de la que yo carezco.
Ellos son la muestra de que hiciste un buen trabajo.
El beso que te darán mañana me redimirá y el que me darán me convencerá una vez más de que los hijos no son nuestros, pero las madres sí, son completa y absolutamente nuestras.
Que a pesar de no tener tus grandes ojos verdes y de pensar completamente diferente, eres la única persona que está y estará ahí, firme, cuando la necesito.
Que allá lejos, en nuestras soledades, tú me hablas, me preguntas, me proteges.
Que extiendo las manos y no tengo para darte nada que sea suficiente para retribuir lo que tú me has dado.
Que nunca te escribo porque no puedo expresar la admiración al saberte madre a los 18, perseguida política a los 19, exiliada a los 20 y viuda a los 21. ¡Qué pequeño resulta todo ante esas evidencias!
¿Cómo enfrentaste la vida? ¿De dónde sacaste tanto valor? ¿Cómo lidiaste con alguien como yo? ¿Dónde pusiste todo, la impotencia, el dolor, el miedo?
Quizá, cuando responda a todas estas preguntas, pueda encontrar un regalo a tu medida.
Mientras tanto, me conformo con saber que todavía hay agua en tu fuente para adornar la vida.
Que en tu alma todavía hay rosas de todos los colores para obsequiarnos.
Que a pesar de lo duro que ha sido tu destino y de las grandes decepciones que sigue dándote, eres el ancla de mi familia.
Que día a día me demuestras que si hay una persona en este mundo, una sola, que ama a mis hijos más que yo, ésa eres tú.
Que tu imagen se agiganta hasta hacerse inalcanzable.
¿Qué te puedo dar, que te consuele?
¿Qué puedo decir, que te agradezca?
¿Qué puedo hacer, que recompense?
¿Entiendes ahora por qué callo y prefiero que sea la ternura de mis dos hijos la que se haga cargo?
Ellos tienen la sabiduría de la que yo carezco.
Ellos son la muestra de que hiciste un buen trabajo.
El beso que te darán mañana me redimirá y el que me darán me convencerá una vez más de que los hijos no son nuestros, pero las madres sí, son completa y absolutamente nuestras.
2 comentarios:
Lindo hmenaje a tu mamá. Y en serio, cómo lidió con alguien como vos ;) (broma).
Un abrazote, querida Dani, pasala bonito hoy con tus enanitos, el escudero y tu mamá.
Pucha che, así no se vale.
Lo que me sorprende es que aparte de tu fortaleza, convicciones y luchas, seas tan buena con las letras, toda una maestra de los sentimientos. Gracias por darle consistencia a la prosa, hasta que tome forma de sentimiento y hacer que frente a una pantalla sonríamos y sintamos. Un abrazo fuerte
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