viernes, 22 de febrero de 2008

Catavi


No sé por qué razón, pero Catavi significaba para mí el epicentro de la actividad minera en Bolivia.
Aunque no lo conocía, cuando evocaba a este centro minero veía a decenas de gringos, con sus esposas y sus hijos rubiecitos, vestidos al estilo de los años ’30.
Me imaginaba a los hombres con zapatos brillantes, traje a rayas y sombrero, que de rato en rato levantaban para saludar a alguna señorita, dejando brillar al sol su cabello peinado a la gomina. Y a esas señoritas, correspondiendo el saludo con una sonrisa discreta y avanzando rápidamente con los guantes en la mano y medias nylon con raya al medio.
Quizá era ése el esplendor del que me hablaba siempre mi abuela, fanática de los tangos que la acompañaron hasta el último día de su vida. Su padre, mi bisabuelo Froilán Jaldín, era de esos caballeros y frecuentaba el club de golf, las canchas de tenis y el Club Social de Catavi.
Allí, según me contaba mi abuela, las fiestas eran un derroche de lujo. Allí iban los mejores grupos y hasta los presidentes.
Recuerdo algunas fotos de casas bonitas, llenas de flores, estilo California, que obviamente no combinaban con el agreste clima de Potosí. En ninguna de ellas asomaba siquiera un minero.
Cuando estuve allí, en noviembre de 2007, no había ni rastro de aquello que demandaban mis recuerdos.
Ni un solo restaurant en las pocas cuadras que abarca el pueblo.
Sólo una pequeña tiendita, que hacía las veces de pensión.
Dos plazas y más allá el Ingenio, unas viejas oficinas y las montañas de deslaves de la mina, de desechos que quedaron en Bolivia después de un siglo de expoliación minera.
Cuando mis ojos se toparon con el cartel de identificación del Club Social, me di cuenta de que, en realidad, la suntuosidad sólo estaba en mis recuerdos y no en la realidad. Era un letrero pequeño, como los de los salones del viejo oeste.
Hoy Catavi es un conjunto de ruinas. Casas abandonadas, destruidas por el tiempo. Aquellas viviendas de dos cuartos que antes cobijaron a los mineros, hoy no son más que paredes derruidas por el viento.
En lo que fueron las oficinas de la gran mina, hoy sólo se ve un portón resguardado por dos porteros, que tras que uno se asoma vienen corriendo a pedirte autorización. Es que no cualquiera puede ver el desastre que nos dejaron Goni y sus 40 ladrones.
Todos los vidrios rotos y, rodando al fondo del paisaje, una vieja lata que es el único ruido que hay en el pueblo.
Todavía quedan las canchas de tenis. Todavía se puede encontrar el campo de golf. Es más, incluso están allí, intactos, los baños termales de los que me hablaba mi abuela.
Pero nada de aquel esplendor.
Las casas llenas de flores de las fotografías hoy son un conjunto de antiguas edificaciones cayéndose a pedazos, como resistiéndose a morir.
Catavi es sólo eso, una sombra. La sombra de los 50 mil trabajadores mineros que antes trabajaban en el ingenio y de los que, después de la relocalización, quedaron apenas 150.
La sombra del distrito minero cosmopolita. La sombra de los fastuosos bailes. La sombra del Teatro Patiño.
Estoy segura que mi abuela, como yo, sintió el estremecimiento en el cuerpo al ver lo que yo vi. Que no daba crédito a la realidad, como yo, cuando nos mostraba las ruinas en que se convirtió su Catavi. Que si se lo contaran no lo hubiera creído, como yo.
Podría asegurarles que a mi abuela, Rina Jaldín, se le nubló la vista por mis ojos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Su palabras me conmueven, llevo una semana en Llallagua , y voy cada día al Colegio Junín;ubicado en Catavi, a lado del teatro Simon I. Patiño. Solamente al iniciar la lectura imagino cuan hermoso fue este distrito, que parece ser un pueblo abandonado del oeste en ocaciones, sin embargo, de a poco retornan personas... me encantaría no solo imaginarlo de acá a un tiempo, sino admiralo nuevamente, como un sitio hermoso y turístico, me encanta sus construcciones que si el municipio de Llallagua lo aprovecharía de seguro estoy se convertiría en un lugar Turístico muy concurrido....Atte. Nelson (nels_shadow@hotmail.com)
Posdata.
Gracias por el hermoso comentario sobre Catavi, me sirve de mucho.

Germán dijo...

Vivo en Caracas Venezuela, desde hace ya tiempo tengo la inquietud de conocer a un periodista en Siglo XX, Catavi o Llallagua, pero no he tenido la fortuna de conseguir a nadie por favor si fuera posible ponerme en contacto con alguien que me atienda, mi correo es hernanjoffre@gmail.com, gracias de antemano.

Juan Jose Torrez G. dijo...

Tambien agradesco, la forma en que nos muestras, el antes y el despues, de lo que fué mi Catavi.
Yo vivi hace 38 años en Catavi, hasta la maldita relocalizacion. Mis recuerdos son, que alos 5 años, salia a mi puerta miraba la cancha de basquet y veia a muchos amigos jugando basquet, futbol, pesca pesca, y muchos juegos mas. Vivia en huayrapata, estaba en la escuela Numero 2, mi padre trabajaba en la maestranza gral. La vida que llevavamos, era como en el paraiso, nadie se imaginaba que esto se terminaria un dia. Pero llego el 21060, que lo tengo grabado en mi mente, porque nunca le habia vizto a mi padre tan preocupado.
Llego el dia en que vi partir a mis amigos con lagrimas en los ojos y lo unico que nos preguntabamos era. ¿ dode te vas ? la mayoria decia a cochabamba, santa cruz y la paz. Pero me llego la hora, no quice marcharme, pero mi padre, me hizo comprender, que Catavi se moria.( QUIZAS MI CUERPO NO VIVA EN CATAVI. PERO MI ALMA Y MENTE, MORIRAN EN CATAVI..).
Algun Cataveño que viva en España. mi mai es,. jotys@hotmail.com