Hace mucho tiempo que no recibo ningún regalo. Y es que entre mi familia y yo hay códigos opuestos. No hablamos el mismo idioma.
Por ejemplo: a mi mamá le gustan las rosas, los colores brillantes y los adornos. Pareciera que mientras más adornada está una cosa, para ella es más hermosa.
Yo soy más bien parca. No me gustan las flores, ni los cuadros ni los lunares. Odio los estampados floreados y las telas adornaditas con glitter.
No me gustan las “warawas”, como dicen en La Paz, o las “ñañacas” como dicen en Santa Cruz.
Una vez tuve un accidente y le pedí a mi mamá que me comprara de urgencia un pijama, pues tenía que internarme en la clínica y quería estar mínimamente presentable. Me trajo uno de grandes estampados del Ratón Mickey. Y no estoy hablando de cuando era adolescente, sino de hace apenas unos tres o cuatro años. Ése es nuestro grado de incomprensión.
Como sabe que nunca podremos compartir gustos, mi madre decidió no regalarme nada, ni en navidad, ni en mi cumpleaños, ni nunca. Si hay alguna fecha especial, ella se encarga de organizar el festejo y cocinar algo. Ésa es su forma de agasajarme.
Con el Escudero, la cosa va peor. Una vez viajó a Santa Cruz y me entregó un traje negro…de terciopelo. Y no sólo eso. La blusa tenía manga larga, cuello alto y una especie de rombos dorados en toda la parte delantera. Además, en medio de cada rombo del esperpento había un Peter Pan dorado. Típicamente coreana la huevada. Suficiente como para pedirle que sólo se ocupara de desvestirme.
Con mi suegra, por ahí vamos, también. Una vez me regaló algo que parecía un chal y digo parecía porque era demasiado cuadrado para ser una chalina, demasiado chico para ser un chal, demasiado pequeño para ser una frazada y demasiado grande para ser una servilleta. Además, era de lana, así que nunca supe para qué servía.
En la última navidad, uno de los pocos regalos que recibí fue una fuente de pirex. El Escudero recibió una botella de un vino fino. Como estábamos peleados, me tomé su vino y le entregué la fuente de pirex a él. Para el día del padre, esos mismos amigos trajeron dos botellas de vino, una para él y otra para mí.
No creo que la cosa vaya mejor con mi hija. Frecuentemente, nos pasan como éstas: Entramos a una tienda de zapatos y en exhibición están unos zapatos blancos, con lentejuelas adelante, de tacos y plataforma, o sea, ni para enfermera, digamos. Yo los miro y pienso dentro mío "qué adefesio", pero mi hija me agarra la mano, me lleva frente a ellos y me dice "mirá mamá, que hermosos, ¿no?".
Tengo la esperanza de que con mi hija la situación vaya mejorando. Por ejemplo, para mi aniversario de matrimonio, hace apenas unos días, mi hija me dijo "mami, te tengo una sorpresita por su aniversario". A eso de las ocho de la noche, me enteré que su sorpresa era que había invitado a los papás de su mejor amiga del colegio a cenar a la casa. Lo malo era que no había cena, teníamos otro compromiso y ni siquiera estábamos informados. Bueno, la intención es lo que cuenta ¿no?
Después, me entregó una monedita de veinte centavos envuelta en un papelito cuadriculado que decía "Feliz aniversario". Chalinet me entregó otro papelito, pintado de colores en el que me decía "Mamá, tú eres una estrella que se cayó del cielo y explotó con mucho amor". Ésos dos están entre los mejores regalos de mi vida. Me los guardé, los pegué en una hoja de mi cuaderno y sé que dentro de unos años los volveré a encontrar y recuperaré la inocencia de mis hijos.
Porque al final de cuentas, la cuestión de los regales es bien simple ¿no ve? Se trata sólo de saber qué le gusta a la persona a quien quieres regalarle algo. No es un compromiso, no es una obligación.
Por eso yo no entiendo por qué se complican conmigo, si bastaría con cosas como éstas, por orden de precios, digamos:
- Un papelito, una foto, un tarjeta hecha a mano para mí, con detalles personales, con recuerdos que me unen a la otra persona.
- Velas, de cualquier tipo.
- Portarretratos.
- Una libretita, cualquiera.
- Bolígrafos de colores, de todos los colores.
- Inciensos
- Cuadernos
- Un Cd. trucho, digamos de algún grupo o solista que ganó el Grammy. No pido Sabina, ni Silvio, ni trova porque los tengo todos.
- Un DVD con un concierto memorable, de cualquier género, de cualquier grupo.
- Un DVD con cualquiera de las películas clásicas de la lista de las cien películas que todos debemos ver.
- Un libro de literatura nacional, para reponer todos los que me robaron en el último traslado (Sí, Alcides Arguedas, Nataniel Aguirre, Augusto Céspedes, ésos, los que leemos en el colegio).
- Una revista: Cosmopolitan, Buenhogar, o de manualidades, no importa. Me encantan.
- Unas madejas de lana, de cualquier color, grosor, textura. Siempre se puede tejer algo para uno o para alguien más.
- Cualquier artesanía, aguayo, cuadro, serigrafía, cenicero, jarrón, adorno, pero artesanal.
Si hay algo más de platita para agasajarme (esto va para mi madre y el Escudero):
- Un pequeño Larousse de tapa dura.
- Una serenata.
- Botas, de cualquier color o forma.
- Cualquier zapato Picadilli.
- Una botella de algo, tequila, licor, vodka o por supuesto, vino.
- Cualquier aparatejo electrónico de última generación: MP4, GPS, flash, portarretratos, llaveros, adornitos para celular, cualquier cosa.
- Cualquier libro, incluso de autoayuda, no importa.
- Una blusa o bolsa, de esas hindúes, bordadas.
- Una puntabola fina.
- Material de escritorio: hojas, cuadernos, post its, Cds o DVDs. en blanco.
- Calcetines de algodón, negros, porque nunca son suficientes.
- Mi perfume de siempre, Femme de Rochas.
- Una billetera, cualquiera.
- Cualquier cosa de Totto.
Listo.
¿Ven?, no es tan complicado. Pero el mejor regalo que cualquier persona podría darme es: Un domingo sola en casa, para dormir sin que nadie me moleste.
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2 comentarios:
Dani, no me dió el tiempo de leer, pero te escribo para que sepas que no me perdí, pero tampoco me encontré...
un beso!
Creo que tenemos gustos medio similares en cuanto a regalos, sobretodo en lo de Totto y (por favor) un Domingo entero en que NADIE te moleste!!!.
Un abrazote. Estas por Santa Pué???
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