jueves, 21 de agosto de 2008

Sexo en la ciudad



Tenía ganas de verla y aunque me pareció una película totalmente prescindible me hizo recordar algo: la inquietud que da la repartición de bienes ante un eventual divorcio.
Carrie Bradshaw y Mr. Big deciden vivir juntos y empiezan a buscar un departamento. Encuentran uno de ensueño y Carrie vende el suyo para poner su cuota para la compra, pero una conversación con sus amigas hace que reflexione sobre sus derechos si la relación fracasara. Si así fuera, probablemente ella tendría que abandonar el departamento, porque todo estaría a nombre de Mr. Big.
Tengo una amiga que se separó del esposo hace como un año. Durante la separación ella compró un departamento. Ahora, la pareja se reconcilió, pero mi amiga decidió continuar con el divorcio ¿por qué? Porque quiere asegurarse de que el departamento quedará para sus dos hijos.
Este tema es complicado para algunos y una trivialidad cuando hay amor, según los románticos.
Conocí el caso de un hombre que cuando se divorció vendió el departamento familiar y puso todo el dinero en su cuenta de la AFP. Ahora nadie puede recuperar el dinero.
Por eso, si alguna vez comprara un departamento, lo haría a nombre de mi mamá y que me disculpe el Escudero. Antes que él, Abril y Chalinet. Así no más es. Pero, por suerte, todavía no reunimos la plata y seguimos viviendo en alquiler.

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