miércoles, 11 de febrero de 2009

Caídas

Algún general de policía, con escaso sentido común, se las dio de fino arquitecto y puso esta cerámica en la acera. En enero de 2007, algunos amiguitos de Chalinet iban a venir a mi departamento para festejar su cumpleaños. Fui a la tienda a comprar Coca Cola y de pronto, cuando caminaba en medio de una tenue llovizna, mis dos pies se encontraron a la altura de mis ojos. Una milésima de segundo después sentí un fuerte golpe en la nuca y después la oscuridad. Habrán pasado algunos segundos más cuando escuché desde el fondo de mi conciencia una voz que decía Pssst... no sería digno morir en media calle. Esa voz me ayudó a reaccionar de uno de los peores golpes que me di en la vida. Tuve la nuca terriblemente adolorida e hinchada como una semana.
El suelo se levantó como un muro, chocando contra su cara y metiéndole tierra entre los dientes. Después murió.
Casi puedo ver la cara del soldado rebotando contra la tierra. Augusto Céspedes, un maestro.

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