Foto El Deber, 2008
Quiénes van a hacer la cobertura del Corso? preguntó el jefe de Redacción de El Mundo, periódico en el que yo trabajaba en Santa Cruz. Todos se miraron incómodos y sólo yo levanté la mano. Era obvio. Apenas habían pasado unas dos o tres semanas desde que yo había llegado y prácticamente no conocía a nadie. Era poco probable que alguien me invitara a algún lugar y la mejor manera de socializar y conocer esa ciudad, tan nueva para mí, era hacer la cobertura del corso.
Molesto, el jefe de redacción pidió la lista de turnos y entonces ya nadie pudo escaparse. Delegaron a tres periodistas, entre ellos a una compañera que prácticamente se derrumbó. No voy a saltar, se lamentaba, cada dos segundos, hasta que llegó el día del corso. Ese día nos encontramos para coordinar pero ella no llegó. Comenzamos el trabajo y no apareció. De pronto la vi saltando en una comparsa, feliz. Qué haces aquí, le dije, divertida e incrédula, y me ofrecí incluso a cubrirle las espaldas, aunque me parecía medio tonto esforzarse tanto por bailar con un hombre que agarraba a una mujer con la mano izquierda y con la derecha a otra. No te preocupés, me dijo, voy a renunciar. No pienso trabajar en un lugar que me impida asistir al Carnaval.
Sólo entonces entendí lo grande que es para los cruceños su fiesta grande y aunque para mí no fue nunca muy importante, de pronto hoy sentí la nostalgia de bailar el mismo ritmo, con ropa ligera, durante horas.
miércoles, 18 de febrero de 2009
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2 comentarios:
Hola:
no para todos los cruceños es importante el carnaval, a mi me gusta pero en mi vida perderia un trabajo por nada mas que la fiesta, es mas solo una vez en mi vida he saltau y ya no fue mas, aunque como dices da nostalgia al menos este año, pero no da pa tanto..
saludos
Gracias por venir, Turkita. A veces la nostalgia te invade, pero pasa. Mientras tanto, no queda otra que guardarse las ganas hasta cuando se pueda.
Un abrazo.
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