Cuando me llevaron a Viacha escuché una voz que me era muy familiar. Quién este señor? pregunté y me respondieron es Gonzalo Otero. Tu papá estaba irreconocible, habia bajado mucho de peso.
Por momentos, sentí que no podía, que mi cabeza era demasiado estrecha como para que pudiera albergar las imágenes de terror que me mostraban los testimonios. Leí mucho sobre las dictaduras, pero otra cosa es escuchar las historias de los sobrevivientes. Y otra cosa es ver estas celdas, recientemente descubiertas en los sótanos del Ministerio de Gobierno y no poder evitar el estremecimiento que recorre el cuerpo al saber que mi padre estuvo aquí y que luego fue llevado a Achocalla y a Viacha para finalmente ser exiliado a Ecuador.
Cuánta falta me hizo desde entonces. Cuántas tardes enteras pensando cómo seria mi vida si él siguiera vivo y acompañándome. Cuánto daño me hicieron al arrebatarlo así de mi familia.
Y de pronto empiezo a entender. Nada en la vida es casualidad. Estoy aquí para mostrar esta historia y mi padre lo sabe. Hoy tomo fuerzas para difundir parte de esos testimonios, para evitar que esta historia sea olvidada. Para que mis hijos y los de todos nosotros sepan que la larga noche dictatorial que hubo en el país no fue una fantasía. Y que estos hombres y mujeres, éstos, los que vivieron la oscuridad, los que marcaron los palitos en las paredes para no perder la noción del tiempo, los que dejaron la huella sangrante de sus dedos sobre el estuco, los que fueron torturados, vejados y desterrados, son los mismos que ofrendaron su vida, su familia y su seguridad para darnos la libertad de la que hoy gozamos.
jueves, 26 de febrero de 2009
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2 comentarios:
yo tengo familia que paso por ahi también....no se si valdrá la pena o si será posible que hagan un museo ahi o al menos lleven a las promociones para sensibilizarlos en el cariño por la democracia.
La idea es hacer un museo, precisamente para que las nuevas generaciones no olviden lo que pasó.
Un abrazo.
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