lunes, 9 de febrero de 2009

Soltar y tomar


No sé si la capacidad de no abatirme por las circunstancias es un símbolo de que aprendí a ser más sabia o de que ya estoy vieja, como dice mi amigo C.M. Lo que sí sé es que resultó sumamente saludable dejar de preocuparme por todo. Relativizar las cosas y saber que si no se dan será porque otras vienen en camino. Que nadie se muere si las cosas no salen como las planeas. Que el mundo seguirá su curso, a pesar de todo lo que pasa.
Por eso, en un momento dado, acepté la posibilidad de que mis hijos tuvieran que dejar su colegio y, el mismo momento en que asumí esa realidad, todo comenzó a facilitarse. Hoy, ellos continúan en su colegio y hasta ahora no me explico de dónde salieron las cosas ni cómo se fueron abriendo las puertas.
Eso sí, debo decir que me sorprendió la conciencia de mis hijos, a pesar de que son tan chiquititos. Cuando les dije que podríamos reciclar algunas cosas para poder comprar otras, accedieron felices a cooperar y descubrimos que habían conservado en buenas condiciones casi todos sus materiales.
Tengo una gran deuda con ellos, una deuda de agradecimiento profundo, por haber colaborado tanto en estas circunstancias dificiles. Por eso, me siento feliz de ser una mamá que los mima, que les compra todo lo que piden, que se preocupa por estar a su lado. Ellos se lo merecen. Lo que no sé es si yo me merezco los hijos que tengo.

1 comentario:

Vania B. dijo...

Querida Dani, yo creo que el Escudero y vos sí merecen a los enanos que tienen, porque han demostrado que no solo son tus hijos, sino tus cómplices, tus amigos, tus incondicionales.

Un abrazo enorme.