martes, 20 de enero de 2009

Paschalin


Cuando me fui a vivir a Santa Cruz, encontré un grupo de amigas que se autodenominaba las brujas. Posteriormente, descubrí que tenían razón con el nombre de su fraternidad, pero ése es otro asunto. El caso es que estas amigas y yo acostumbrábamos comprar la agenda de Pascualina cada año y prácticamente vimos crecer a esta pequeña niña y sus historias. Después de algunos años, volví a caer en la tentación, más motivada por Abril, que heredó el gusto. Así que, aquí me ven, a principios de noviembre pasado, con la Pascualina recién compradita de una tienda en la zona Sur, en prácticamente el doble de precio de lo que se vende hoy, pero feliz de tomar un capucchino mientras hojeaba el regalo que le iba a dar a mi hija por su cumpleaños.

Pd. Después me compré una yo también, pero me arrepentí, porque la agenda tiene tanta warawa que prácticamente no hay dónde escribir. Todo sea por los stickers.

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