- Llevo no sé cuántas semanas trabajando 14 horas diarias, incluso los sábados y domingos.
- Mi cuerpo me exige descanso y cuando se lo doy, exige más.
- Mis manos están entumecidas, ya se niegan a escribir.
- Mi vida está desbocada, como un caballo sin rienda.
- Tengo un hondo pesar en el corazón, al ver a mis hijos solos, cuando más me necesitan.
- Vienen tiempos duros para mi familia y no me puedo permitir estar ausente.
Hoy tomaré decisiones. Esto no compensa.