viernes, 5 de septiembre de 2008

Y una lección de periodismo

Andrés Gomez, como siempre, Maestro:


La generalización, la inferencia y la deducción es causa de muchas actitudes xenófobas, racistas y estereotipadas. Eso pasó estos días entre el Presidente y los periodistas, o viene sucediendo desde hace tiempo.
Varios productores de información generalizan, infieren y deducen al fabricar sus noticias. El Presidente responde con la misma medicina y los ofensores se sienten ofendidos.
Para graficar veamos el caso de Humberto Vacaflor, quien en un artículo a flor de bronca en defensa del gremio de periodistas, dedujo a partir de pistas y palabras que el presidente es un sucio narcotraficante.
La primera y única pista está en el libro Incestos y Blindajes del periodista e investigador Rafael Archondo (Pp 249, editorial Plural, 2003) y dice lo siguiente:
"La lista incluye una verdadera ola de recién llegados. Muchos de ellos eran militantes del MIR, o muy cercanos a los dos partidos gobernantes (ADN - MIR). Allí comienzan a escribir en "La Razón" el empresario Samuel Doria Medina (ex candidato a la Vicepresidencia por el MIR), el parlamentario Luis Gonzales Quintanilla (MIR), el periodista Humberto Vacaflor (muy cercano a Doria Medina), los miristas Julio Aliaga y Wálter Reyes Villa, etc.".
Así grafica Archondo la invasión de miristas en el periódico La Razón para apoyar al gobierno del ex dictador Banzer desde ese matutino.
Con la misma lógica vacafloriana, quien "razonó" que Evo Morales es narcotraficante por ser cocalero y el Vicepresidente es raro por ser afeminado, y por tanto ambos son "sucios", podemos empezar diciendo que el periodista de marras es mirista o al menos fue mirista de corazón por ser muy cercano a Doria Medina.
Como fue mirista, fue o es un narcovinculado porque el Jefe de ese partido, Jaime Paz Zamora, fue acusado de ser jefe del cártel del MIR.
Vacaflor fue mínimamente parte de esa red (si aún no lo sigue siendo) de personas "sucias" que encamaron el poder político con el narcotráfico porque uno de sus amigos miristas, Oscar Eid Franco, fue encarcelado precisamente por la justicia antidroga por el delito de encubrimiento.
Y no es que Vacaflor ya no pueda decir nada. Es que no puede presentar lo que él considera como "verdades" con argumentos basados en estereotipos, máxime con los méritos periodísticos que se arroga.
Y no puede hablar de los hijos del presidente o del afeminamiento del vicepresidente metiendo estos hechos para descalificar una actuación política, desde mi punto de vista condenable. Eso es vulnerar los derechos de los niños y también denota discriminación en otro ámbito.
Seguro que varios periodistas, particularmente aquellos que se sintieron aludidos con la suciedad, seguirán festejando el valor de Vacaflor de buscar la prueba en falacias, pero ese mismo grupo estará maldiciendo al Presidente por utilizar el mismo método de su periodista héroe y llegar a la síntesis de que la prensa es "sucia" y "vendida".
En ambos casos, el lenguaje es de calumnia, infamia e injuria.
No es ético medir con varas diferentes un mismo "dicho". Los gremios de periodistas y propietarios de medios, como la ANP, gritan su indignación porque el presidente usa la generalización para "ensuciar" a toda la prensa, pero guardan un silencio indignante cuando sus afiliados violan sus propios códigos de ética.
No dijeron nada cuando leían titulares del siguiente calibre: "Los cruceños no reciben al Presidente". Falso, era el comité cívico y un grupo que lo apoya. Además un 40% de cruceños votó para ratificar al Presidente. "Para medio país contra Evo". Falso, los paros no fueron totales, y su fuerza, impuesta a palos, estuvo centrada en las ciudades. "Riberalta ataca un avión venezolano". Falso, fueron 100 personas.
Como amor con amor se paga, el presidente decidió pagar generalización con generalización. Quien siembra mentiras, cosecha mentiras.
Los públicos exigen un nuevo papel de los periodistas, pues se cansaron de los periodistas de papel, conformado por ese rebaño que hace grandes titulares a partir de los comunicados que les llegan en papel membretado desde las oficinas de los comités cívicos, las prefecturas o el Palacio de Gobierno; quieren ser visibilizados, reclaman su derecho a ser escuchados, quieren equilibrio entre las kilométricas palabras de los dirigentes políticos y cívicos y sus ideas nacidas a partir de sus necesidades vitales de sobrevivencia.
Un director de periódico le cambió de cargo y amenazó con despedir a una periodista nomás porque parecía masista. "Y parecía masista nomás porque vivía en El Alto". Desde ese fatídico día esa periodista vive con la voz embargada y temerosa de expresar sus ideas. ¿Dónde quedó la libertad de expresión? ¿Es ético defender la libertad de expresión si la violamos en una sala de redacción de forma impune y aprovechando un cargo o una condición?
La libertad empieza en casa.
Por esta razón, los periodistas deben recuperar y ejercer su libertad de expresión en la construcción de las agendas, en los espacios de opinión de los medios y materializar la columna sindical vigente desde el gobierno de Ovando.
Esto no significa que don Evo Morales deba quedar impune, "Los" periodistas debemos pedir mínimamente que identifique a los "periodistas sucios y vendidos" e instaurar un proceso contra el fascismo de las palabras del poder, por ser un ataque injurioso y una vil infamia cometida por una persona que se escuda en su condición de Excelencia.
Nosotros pelearemos con lo único que tenemos: el poder de nuestras palabras y nuestra ética para no caer en las aguas sucias del periodismo: la calumnia.
Por Andrés Gómez

No hay comentarios: