Cuando mi familia y yo estábamos exiliados en Ecuador, a mi mamá tuvieron que hospitalizarla, por lo que mi papá y yo nos quedamos solos. Una noche, al volver del hospital, vimos que la luz de nuestro cuarto -una habitación pequeña, de unos tres por tres- estaba prendida y la puerta abierta. Cuando mi papá subió corriendo encontramos que nos habían robado todo, absolutamente todo.
Como murió siendo muy joven y yo tenía sólo cuatro años, apenas guardo unos cuantos recuerdos de mi papá y uno de ellos es éste, sentado en la gradita de ingreso a nuestro cuarto, llorando amargamente de impotencia. Solo, exiliado, sin trabajo, con su mujer en el hospital, una hija pequeña y un cuarto vacío en el que no había ni siquiera una cama donde dormir, ni cocina para tomar un te, ni ropa para cambiarnos al día siguiente.
Ayer domingo, cuando sonó mi teléfono y me dijeron que unos ladrones habían entrado a mi departamento, esa imagen volvió, horrorosa, triste, sin ninguna compasión.
Al llegar a mi casa encontramos que se habían llevado todos los televisores, los dvds, nuestro equipo de música. El trabajo de un año atrozmente duro con nosotros. No quiero ni pensar qué hubiera pasado si nosotros hubiéramos estado adentro y, a pesar de todo, agradezco estar viva y que mis hijos están sanos y bien.
Pero hoy, compañeros y compañeras, no tengo fe. No creo que vengan días mejores ni siento que todo va a pasar. Hoy sólo tengo miedo y desesperanza. Y mucho desaliento, porque trabajé como una loca todo este año y lo poco que tenía se ha perdido. Es lo que me deja la vida en este 2008.
6 comentarios:
Pucha...
Un abrazo fuerte, fuerte.
Gracias. Espero que llegues pronto
Un abrazo.
Qué desgracia mi estimada Dani...
Otro fuerte abrazo che
Gracias, muchas gracias a todos
Sigue adelante amiga, la vida sabrá recompensarte.
Gracias Miguel, pero la vida está medio tacaña conmigo últimamente.
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